El horóscopo
La palabra "horóscopo" responde a la etimología de la palabra griega horoskopos, compuesta por los vocablos horai y skopein, y significa: el que observa las horas.
En la mitología griega, las Horai eran las diosas de las estaciones; cada una tenía su temporada, clima y constelación.
La palabra skopein significa observar; de ahí que las palabras microscopio, telescopio, caleidoscopio se compongan con este mismo vocablo griego.
La rueda del horóscopo empieza en Aries porque es la constelación estelar presente en el nacimiento del Sol cuando se produce el equinoccio del 22 de marzo, cuando se abre el ciclo de siembras en el hemisferio norte, lugar por donde ingresan las energías astrales al campo electromagnético de la Tierra. Esto es lo que está sucediendo cuando vemos lo que conocemos como "Aurora Boreal", el fenómeno no es otra cosa que la manifestación visual de energías astrales ingresando.
Además de los doce signos que conocemos, ellos se agrupan por elementos: agua, fuego, aire y tierra. En este punto hay algunas coincidencias con el horóscopo chino, vinculado a creencias orientales que sostienen que hay animales con fuerzas sagradas y más elevadas que el resto. Según este horóscopo, cada animal rige un año y las personas que nacen en un determinado año tendrían características de estos animales en su personalidad.
En África hay otras creencias, vinculadas también a las fuerzas de la naturaleza, regidas cada una por una entidad superior personificadas en entes llamados Orixás. Para los yorubas, estos Orixás rigen los años y, dependiendo la fuerza de la naturaleza sobre la cual rija, durante su año de influencia son esperables determinados hechos que estarían bajo su potestad energética.
Más allá de las creencias y de los lugares en los que esas creencias se practiquen, todos los seres humanos tenemos (aún en el espacio de la duda), el indicio de que hay algo más allá de nuestra mente y cuerpo que influye en nosotros como parte de un todo que, al tiempo que nos forma, nos trasciende.
En nuestro interior se desarrollan estas energías superiores. Somos pequeños universos en expansión, como todo lo que nos rodea, influye y transforma.
En la mitología griega, las Horai eran las diosas de las estaciones; cada una tenía su temporada, clima y constelación.
La palabra skopein significa observar; de ahí que las palabras microscopio, telescopio, caleidoscopio se compongan con este mismo vocablo griego.
La rueda del horóscopo empieza en Aries porque es la constelación estelar presente en el nacimiento del Sol cuando se produce el equinoccio del 22 de marzo, cuando se abre el ciclo de siembras en el hemisferio norte, lugar por donde ingresan las energías astrales al campo electromagnético de la Tierra. Esto es lo que está sucediendo cuando vemos lo que conocemos como "Aurora Boreal", el fenómeno no es otra cosa que la manifestación visual de energías astrales ingresando.
Además de los doce signos que conocemos, ellos se agrupan por elementos: agua, fuego, aire y tierra. En este punto hay algunas coincidencias con el horóscopo chino, vinculado a creencias orientales que sostienen que hay animales con fuerzas sagradas y más elevadas que el resto. Según este horóscopo, cada animal rige un año y las personas que nacen en un determinado año tendrían características de estos animales en su personalidad.
En África hay otras creencias, vinculadas también a las fuerzas de la naturaleza, regidas cada una por una entidad superior personificadas en entes llamados Orixás. Para los yorubas, estos Orixás rigen los años y, dependiendo la fuerza de la naturaleza sobre la cual rija, durante su año de influencia son esperables determinados hechos que estarían bajo su potestad energética.
Más allá de las creencias y de los lugares en los que esas creencias se practiquen, todos los seres humanos tenemos (aún en el espacio de la duda), el indicio de que hay algo más allá de nuestra mente y cuerpo que influye en nosotros como parte de un todo que, al tiempo que nos forma, nos trasciende.
En nuestro interior se desarrollan estas energías superiores. Somos pequeños universos en expansión, como todo lo que nos rodea, influye y transforma.
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