Señorita Universo

Hace tiempo que empecé a darme cuenta de que las cosas que sucedían en mi vida tenían una cierta repetición en ciclos más o menos parecidos. Soy acuariana, cumplo años apenas empezado el año del calendario gregoriano, el que usamos en astrología; por lo cuál me resultó mas o menos fácil entender que cada año es un ciclo personal que casi coincidía con mi propia vuelta al sol.
Otras cuestiones empecé a entenderlas en relación a ciclos hormonales y me di cuenta que las fases de la luna influían en eso también.
Los cambios de ánimo a veces tenían que ver con el tránsito de la luna y a veces con otras razones, por lo cuál entendí que no sólo el satélite de la tierra me provocaba altos y bajos en los fluídos químicos de mi cuerpo, sino también otras energías.
Al mismo tiempo que empecé a estudiar los fenómenos astrales, esos que están más allá de nuestra atmósfera, supe que todos tenemos un campo energético personal. No me sorprendió, pues la cantidad de procesos físicos liberan energía y aunque no la vemos, la percibimos.
Cuando una persona está triste, agobiada o perturbada, lo percibimos porque su energía se comunica con la nuestra y nuestro campo interpreta esa energía y la clasifica.
El concepto de aura comenzó a tomar otro sentido y le comencé a prestar atención a ese choque de energías que se produce cuando dos seres se encuentran. La interpretación conciente de esa coalisión energética me permitió ir internalizando eso y era común para mis personas cercanas encontrarse conmigo y que yo, sin que ellos hubieran dicho nada, decirles: "Tu aura está gris, hoy. ¡Arriba ese ánimo!"
Así fue que algunos compañeros de trabajo pasaban por mi oficina para que yo les dijera cómo estaba su áura. Al principio era un chiste, pero con el tiempo se dieron cuenta de que mi percepción de su estado de ánimo era acertada. Cuando me ponía a hablar con cada uno sobre la influencia de la fase de la Luna o sobre el signo por el que estaba transitando el Sol empezaban a venir a mi escritorio no sólo para ver qué tenía yo para decirles sobre su áura, sino también sobre otros fenómenos que podrían estar relacionados con un enojo, con una pelea con sus parejas, con una decepción o un hecho que los tenía angustiados.
Las respuestas variaban según el lugar en donde estaba Venus, o Marte, o incluso Neptuno. Las respuestas a veces los asombraban. Me había convertido en una especie de amiga que tenía algo de psicóloga y un tantito de "bruja", en el entender popular.
De ahí me quedó un apodo que me gusta mucho. Yo soy para ellos "La señorita Universo".

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